lunes, 6 de julio de 2015

Proverbios 22:3 El avisado ve el mal y se esconde, mas los simples pasas y reciben el daño

Proverbios  22:3  “El avisado ve el mal y se esconde, mas los simples pasan y reciben el daño.”
Proverbios  14:16  “El sabio teme y se aparta del mal; más el insensato se muestra insolente
y confiado.”

Cuando sepamos que somos el pueblo de Dios,  viviremos como tal. Porque ya no somos esclavos.
¿Verdad que no te gusta ser el esclavo de la casa?  Pero, si no te cuidas, el Diablo sí te hará
ser esclavo, si caes en su trampa.  Pero, si eres libre, ¿por qué vas a llevar maldición?  Tenemos
que huir de todo lo que nos pueda destruir.Cuando uno tiene problemas, siempre quiere demostrar
que es fuerte.  Sin embargo, cuando logramos ver como somos, cuando nos reconocemos, entonces es
que se puede comenzar a trabajar con uno mismo.  Si Jesús nos hizo libres por su muerte en la
cruz, ¿por qué vamos a retomar nuestras culpas y seguir cargándolas? ¿Por qué volver a caer en
el mal?
Considera que Jehová es Yireh, El Proveedor, quien cuida nuestro camino.Pero el vivir en
lamentos por el pecado y el mal, nos hace sentirnos oprimidos y no nos permite ser creyentes en
plena victoria. Debemos huir de aquello que nos puede contaminar. De lo contrario, la carne te
atrapará.  Cuando un niño comienza a caminar, se le quita todo obstáculo y objetos peligrosos
para que no sufra daño y a la madre no le pesa este trabajo porque es para proteger a su hijo.
El amor que siente por el hijo es más grande.  Es muy doloroso cuando los hijos se enferman, pues
eso cambia todo.  Las noches se convierten en un deambular por la casa, pendientes del niño.
Así es para Dios cuando el diablo logra herirte. El Padre nos limpió el camino, quitó todo obstáculo,
aún los de nuestros cuerpos. Pero si nosotros frecuentamos lugares donde no deberíamos estar,
si tomamos otros caminos, sabemos que sufriremos las consecuencias y nos vamos a enfermar, tal vez
hasta podemos quedarnos impedidos espiritualmente.  En el caminar de la vida espiritual si no
entendemos que hay que huir de todo aquello que nos desvía del camino trazado por Dios, entonces
luego del fracaso se convertirá la vida en una queja constante, en un lamento, en una carga.
Y otro problema es, que además de llevar la carga, le echamos el peso de ella al que esta al
lado nuestro.  De momento sentimos que la adoración y el poder de Dios cesan en la iglesia y no
entendemos el por qué.  No sabes si fue que Dios se fue de tu lado, pero la realidad es que tú te
saliste del camino.  Por eso, si sabemos que algo nos hace daño,  huyamos de esa situación.
Recuerda que el placer dura un momento y luego vienen las consecuencias.   La Palabra nos dice que,
“El avisado ve el mal y se esconde.”  El prudente mira lo que está a su alrededor y puede ver
cuando algo anda mal.  Con el mal no se juega, ni siquiera con las palabras.  Con las trampas
de Satanás no juegues. Su trampa es para tu caída y luego de ella, Satanás querrá tu muerte.
El hombre casado que le gusta seducir a las mujeres, por lo general, cae él mismo en la trampa
del diablo por causa de su propio deseo y afán de seducción.  Se identifican ambos, el diablo y
ese hombre, porque trabajan con la mentira y el engaño.  Pero, una mujer que sea prudente se
agarra de Dios y lo enfrenta.  El hombre, entonces,  cae en una etapa de temor a lo que pueda
suceder por haber sido descubierto.
El mal es seductor. Es como alguien que quiere ser cristiano y juega a la loto;  no diezma,
pero si tuviera “la suerte” de pegarse, ¡diezmaría!  De ahí,  vemos que el mundo está bajo la
seducción, la seducción del mal.
Algunos piensan que yo como pastora controlo sus vidas, pero lo que hago es evitando que el mal
les seduzca para que no caigan.  En la iglesia cuando entra el mal, la bendición se va, y no se
siente la presencia de Dios.  El hombre y la mujer de Dios luchan para evitar todo mal, tiene que
entender sus responsabilidades como creyente y observar detenidamente por donde va a caminar.
Cuando se vive en la lucha de la carne, si en vez de caminar haciéndole frente, gateas, no te
vas hacer un hombre o una mujer con sabiduría.  Por ejemplo, en el  noviazgo, las parejas nunca
deben estar solas. Por eso, los padres ven el mal y se adelantan.  Seamos prudentes, necesitamos
ayuda para poder someter la carne a la disciplina, porque al cuerpo lo que le gusta es vivir en su
placer.  Cuando no nos paramos en la brecha a combatir y a detener el mal, es porque somos cobardes.
Es mejor perder luchando que perder sin hacer nada, sin combatir.  Si algo dentro de ti te hace ver
que lo que estas haciendo está mal; si ves el mal venir, adelántate antes que llegue y te arrope.
Porque si no, cuando llegues ya es tarde, ya se ha apoderado.
En estos días he estado muy inquietada por los niños.  La madre que tiene hijos pequeños debe
comenzar a enseñarle la Palabra.  Saca un tiempo y detente con ese hijo y dile que cuide su cuerpo
porque es del Señor.  Ustedes padres tomen a sus hijos y háblenles, porque mientras más le hables
evitarás que el mal le ataque.  Cuando nuestros hijos se han deformado, entonces viene la queja y
el lamento. El prudente se levanta y ve cuando la nube se está poniendo y comienza a batallar en
contra de eso.  Si viste el mal sobre tu hijo y no lo libraste es que no tuviste las agallas para
luchar.  ¿Se han reunido ustedes padres para hablar con sus hijos semanalmente?  Susana Wesley,
madre de Juan Wesley, se sentaba con sus hijos cada semana, en posición de madre, para conversar,
para aconsejarles.  Si tú ves el mal y no lo detienes, pecas contra ti, contra los tuyos y contra
Dios.  Si vamos a Dios y le pedimos que libre nuestra familia, y nos ponemos a luchar, veremos la
bendición. Si hay mucha queja, fue que no batallaste.  Si no cuidas lo que Dios te ha dado, habrán
malas consecuencias.  Si haces un recuento de tus hijos, verás que en las cosas que has batallado
por ellos, hay éxito.  Si ves que tu hija se está deformando y su forma de vestir no te agrada,
¿por qué no eres valiente para detenerla?  Cuando hay problemas pero los enfrentamos perdemos amigos
y se nos hace el día pesado, es un día de llanto y de dolor, pero luego vemos los buenos frutos.
Hebreos 12: 11 Al mal le gusta actuar en silencio, escondido, pero la Palabra dice que el día
lo declarará y desde las azoteas.  El día del sufrir nos llevará a reconocer la necesidad de la
disciplina y de valentía para enfrentar el mal, y si lo hacemos, entonces nos vendrá el día del
bien.  Haz a Jehová tu refugio y comienza hoy. Cuando, como valiente, libras a una persona de
que el mal le sobrevenga, le amarás más.  Hay que evitar que las lágrimas a causa de nuestros
hijos no nos vengan cuando no hayan fuerzas, porque no le hicimos frente al desvío cuando eran
pequeños.  Dice en Prov. 14:16,que,“El sabio teme y se aparta.”  Si eres sabio te apartarás del
mal. El insolente piensa que nunca va a pasar nada.  Si tú vives cerca del pecado te hará daño,
porque le permitiste que se acercara.  Si confias en tus fuerzas vas a caer porque no estás
batallando con las fuerzas de Dios.  Yo no puedo ayudarte en tu deformación. Yo te puedo advertir
y orar por ti, pero solo el poder del Espíritu Santo hará el cambio en ti.  Lucha con el mal
que hay en ti, para que puedas luchar por ti y tus hijos.  El mal no viene para darte una enseñanza,
sino para destruirte, para que vivas una vida en vergüenza.  Ustedes madres (y padres)
eviten que sus hijos frecuenten donde esté lo mundano. Cuídense de todo tipo de mal.
Dios nos llamó a ser un pueblo santo y a mantener la santidad. 1 Pedro 1: 16

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